jueves, 6 de junio de 2013

LECTURA POSIBLE / 103

MICHÈLE LESBRE Y LOS DESAPARECIDOS

Una mujer va a encontrarse con su amante en un hotel de un paseo marítimo. En el andén del metro, soñadora, fija brevemente la vista en un viajero anónimo, el cual, mientras el tren irrumpe en la estación, le devuelve una mirada a medias interrogadora, a medias serena. Después sonríe a la mujer y se lanza a la vía. El estado de la mente de la mujer, tras el acontecimiento, ya no es el mismo, y ella inicia un vagabundeo infinito por las calles de París en la noche de tormenta y de lluvia. Ensimismada en la interrogación silenciosa del suicida, ella vuelve sobre su propia historia, pero también sobre la del desconocido. ¿Por qué se cruzó en su camino? La mujer rastrea en su memoria, en nuestra memoria, para identificar los sucesos históricos e íntimos que influyeron en su existencia, que le llevaron a ese andén en un instante preciso. ¿Sabrá abandonar a ese hombre y librarse de ese encuentro? En un instante el amor y la muerte tropiezan, y la narradora (también ella desaparecida) hace balance de sus encuentros amorosos y de su historia. No podrá sin embargo encontrar las palabras para explicar a su amante las razones de su retraso, que finalmente será ausencia, pues no acudirá a la cita.

Lo anterior es el argumento de Écoute la pluie, que ha publicado recientemente Sabine Wespieser Éditeur y que constituye por el momento la última novela de Michèle Lesbre, autora fecunda que hasta el año pasado permanecía inédita en castellano. Lesbre no figura en la nómina de los autores de más éxito en Francia, donde posee en cambio un grupo de lectores fieles (esa inmensa minoría de la que hablaba Stendhal) que en estos meses ha visto reaparecer, también en la misma editorial, otra de sus obras, Victor Dojlida, una vie dans l’ombre, que ya se publicó en 2001.

Lesbre nació en 1939, y fue maestra y directora de un jardín de infancia antes de dedicarse a la escritura, a principios de los años ’90. Desde entonces ha publicado una quincena de novelas de las que la más recordada es Le canapé rouge, que fue finalista del premio Goncourt en 2007 y que se publicó en España con el título de El sofá rojo (RBA, 2012). En esta novela, la protagonista hacía un viaje en el Transiberiano repitiendo el itinerario de un viejo amor. Y es que todos los personajes de Lesbre están “en camino”, un camino que es un vagabundeo obsesivo, una reflexión sobre el tiempo que engulle los proyectos de vida, sobre el paso de una edad a otra, y a la vez sobre la renuncia a las utopías, quizá porque no se ha creído lo suficiente en ellas. Por lo mismo, los personajes de sus libros son todos desaparecidos, seres que, al emprender el camino que les sirve de argumento, han pasado a instalarse en un perpetuo paradero desconocido, un descarrío que deviene así en materia prima de una literatura precisa y envolvente, tan densa como sucinta y hasta minimalista, y en la que a ellos (y al lector) les es dado descubrir el mundo y a sí mismos.

De ello son buena muestra los dos libros aparecidos este año. El ahora reeditado Victor Dojlida, una vie dans l’ombre tiene más de reportaje que de ficción, pues es producto de los encuentros que la autora tuvo con su protagonista desde 1989, cuando salió de la cárcel, hasta su muerte, en 1997. Se trata aquí de la vida de Victor Dojlida, nacido en Bielorrusia, que fue héroe de la Resistencia francesa y que pasó cuarenta años en prisión. Un hombre fascinante cuyos carácter e historia nos son desvelados en este libro, para lo cual la autora debe descender a los infiernos del colaboracionismo durante la ocupación nazi: “Jamás olvidó ni renunció a encontrar a los colaboradores de la administración francesa, reintegrados a sus puestos después de la guerra”. A la negativa de Dojlida a sumarse a la desmemoria colectiva al término de aquélla alude la autora con estas palabras: “De tus viajes por la noche y la niebla volverás magullado y lleno de una inmensa rabia”. La historia de este hombre que siempre fue fiel a sus ideas, y que lo pagó caro, nos es presentada como un monólogo en segunda persona que la autora dirige al propio Dojlida. Así, escribe: “Cuanto más te conocía, más tu vida se me volvía familiar, más podía medir hasta qué punto ella ilustraba el patético anonimato de las vidas ordinarias y la forma en que otros se encargan de crear a los héroes simbólicos, cuyos nombres cargados de honor esmaltan nuestra historia. Una vida como la de otros miles, desconocidos, olvidados. Héroes muy discretos. Vidas desaparecidas”.

El segundo, el ya mencionado Écoute la pluie, reincide en ese cuestionamiento personal que, si en el libro anterior estaba motivado por el contacto con una persona real, aquí toma por pretexto un hecho ficticio. El gesto del desconocido en el andén del metro, que ocupa el tiempo de un relámpago, de una sonrisa, de un salto, hace que la vida de una mujer que se encontraba allí por casualidad cambie para siempre. Porque sucede que la violencia contenida en ese gesto de autodestrucción va a revolver todo en lo que ella creyó. Ella imagina a su amante, que la espera, con el que estaba a punto de reunirse, y de pronto es una extranjera con respecto a él, como también respecto a toda su vida anterior, que ahora vuelve a reconsiderar totalmente. “Esta risa loca e incongruente”, escribe, “era sin duda sólo el efecto de mi estupefacción ante la grieta que había abierto el hombre del metro. Intentaba encontrar una pasarela entre él y tú. Pensé, sin duda a causa de esta imagen recurrente de su caída, que también nosotros estábamos al borde de un andén y en peligro”.

Michèle Lesbre es una autora discreta, ajena a las modas y al bombo que aquejan al oficio literario. Con sutileza y sensibilidad, nos entrega en estos libros dos trayectos muy diferentes de vida, pero que sin embargo se reúnen en la rebelión, el deseo de cambio y la negativa a una vida ordinaria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario