martes, 24 de noviembre de 2015

DISPARATES / 143

GRACE LEE BOGGS, 1915-2015: LA LUCHA POR EL CAMBIO

En una conferencia pronunciada ante un grupo de universitarios, Grace Lee Boggs afirmó que “uno no elige la época en la que le toca vivir, pero sí elige quién quiere ser”. Lo recordaba hace unos días Amy Goodman, directora del noticiero internacional Democracy Now!, en un artículo aparecido con motivo del fallecimiento de Grace, en Detroit, cuatro meses después de cumplir cien años. Escritora, activista social, filósofa y feminista, Grace dejó esta vida como la vivió, según informaron las personas que la atendían en estos últimos años: “rodeada de libros, política, gente e ideas”.

Nació en el piso superior del restaurante que sus padres, inmigrantes chinos, tenían en Providence, Rhode Island, en 1915. Grace, cuyo nombre chino era Yuk Ping (“la paz de jade”) se crió en Queens, en Nueva York, y estudió filosofía en el Barnard College de esa ciudad, obteniendo el doctorado en 1940. Más tarde recordó la doble discriminación de que fue víctima en esos años, como mujer y por su ascendencia china, en tiempos en que incluso los grandes almacenes y los centros comerciales se negaban a contratar a orientales. Grace debió trasladarse a Chicago, donde fue empleada como bibliotecaria con un sueldo de diez dólares a la semana. Imposibilitada con esos ingresos de alquilar una habitación, fue acogida por una anciana judía en su sótano, cuyo acceso, sin embargo, se hallaba obstaculizado por una legión de ratas. Fueron estos roedores, y la conciencia del entorno en el que vivían multitud de inquilinos de los barrios humildes de la ciudad, lo que llevó a Grace a establecer relación con la comunidad negra, de la que ya no se separaría durante el resto de su vida.

En 1941 participó en la primera Marcha a Washington, organizada por el dirigente obrero A. Philip Randolph, y más tarde regresó a Nueva York, donde entró en contacto con C.L.R. James y Raya Dunayevskaya, fundadores de la llamada “Tendencia Johnson-Forest” y del Workers Party. Considerada de extrema izquierda por la prensa y por el mismo Partido Comunista, cuya línea oficial abiertamente prosoviética cuestionaba aquél radicalmente, la formación caracterizaba a la URSS como un sistema capitalista y burocrático, y de hecho a finales de los años cuarenta sus publicaciones afirmaban que no existía ya ninguna sociedad socialista en los países del Este de Europa, por lo que era preciso volver a las fuentes teóricas suministradas en su día por Marx y Lenin. En esas fechas Grace traduce por primera vez al inglés los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 de Marx, y junto a sus compañeros emprende una estrategia dirigida no tanto a organizar a la clase obrera como a proveer de recursos intelectuales a los sectores marginados de la sociedad, principalmente las mujeres, los jóvenes y las gentes de color. Este proceso se enmarcó en la evolución de la economía norteamericana durante la guerra, cuando la industria del armamento permitió a cientos de miles de trabajadores blancos salir de la pobreza en la que vivían desde la Depresión, provocando a la vez un gran movimiento migratorio de afroamericanos procedentes del sur, los cuales, sin embargo, veían sustancialmente limitado su acceso a los puestos de trabajo del industrial norte. Iba a ser ese fabril y tecnificado norte americano la última escala del trayecto de Grace, donde pasaría los siguientes sesenta años.

El nombre de Grace y el de su marido, Jimmy Boggs, aparecen unidos a la historia reciente de esa ciudad que fue centro de la industria automotriz, y que hoy trata de reinventarse a sí misma, que es Detroit. Acerca de su marido, trabajador industrial nacido en Alabama con el que redactó algunos de sus libros, escribió Grace que “venía del sur profundo, y tenía la forma de pensar de la era agrícola; luego vino, trabajó en una fábrica y adquirió la mirada de la era industrial”. Grace y Jimmy se convirtieron pronto en una leyenda en la ciudad del automóvil, fruto de su lucidez intelectual y de su actividad militante. “Detroit”, escribió Grace, “que fue una vez símbolo de los milagros de la industrialización y se convirtió luego en símbolo de la devastación de la desindustrialización, lo es actualmente de un nuevo tipo de sociedad, de gente que cultiva sus propios alimentos, de gente que ensaya nuevos caminos y ayuda a los demás, de gente que empieza a pensar que se trata no tanto de conseguir trabajo y aumentar nuestro propio patrimonio como de que dependemos los unos de los otros. Es otro mundo el que estamos construyendo aquí, en Detroit”.

En 1992 Grace fundó el “Detroit Summer”, un programa multigeneracional y multicultural que ha obtenido diversos premios nacionales e internacionales. Dicho programa tiene la aspiración de renovar la ciudad mediante las granjas urbanas, los proyectos comunitarios, las microempresas y la economía local. Base de estas actividades es hoy la que fue vivienda de los Boggs, donde se halla el Boggs Center to Nurture Community Leadership. Grace, pese a su avanzada edad, siguió escribiendo una columna semanal para el periódico Michigan Citizen hasta 2005, y su vida ha sido el tema de un documental, American revolutionary. The evolution of Grace Lee Boggs, que se estrenó hace ahora dos años.

La obra literaria de Grace es extensa e ilustra no sólo la evolución de su pensamiento y de su activismo, sino también una parte considerable de las luchas socioeconómicas de las últimas décadas. Es coautora, con el pseudónimo de Ria Stone, de dos libros imprescindibles para conocer la “Tendencia Johnson-Forest” (los “johnsonitas” del Workers Party), una de las aportaciones más relevantes del socialismo norteamericano: The invading socialist society (1947) y State capitalism and world revolution (1950), que escribió junto a C.L.R. James y Raya Dunayevskaya. Son libros escritos bajo una perspectiva trotskysta y bajo los efectos de la invasión de Finlandia por la URSS, y en ellos se analizan las sociedades del Este europeo bajo el dominio imperialista soviético. De 1958 es Fancing reality, escrito en colaboración con Cornelius Castoriadis, y de 1974, en lo que fue el inicio de sus fecundos trabajos con Jimmy Boggs, Revolution and evolution in the twentieth century.

Éste último, convertido ya en un clásico de la literatura socialista americana, ofrece una revisión tan concisa como instructiva de las revoluciones del siglo XX, en particular las de Rusia, China, Guinea-Bissau y Vietnam. El libro incorpora un capítulo de síntesis sobre la dialéctica de la revolución, en el que los autores proporcionan un panorama de los principales aspectos del leninismo, del maoísmo y de otras corrientes marxistas activas en las revoluciones de nuestro tiempo. En una segunda sección, dedicada a Estados Unidos, los autores hacen un recorrido por la correlación de las fuerzas de clase en la historia estadounidense, con especial atención a la población negra esclavizada. Se advierte aquí de la convivencia en Estados Unidos de una sociedad capitalista avanzada con formas arcaicas de relaciones socioeconómicas que, por ser propicias a la marginación y la exclusión social, otorgarían un matiz específico a la naturaleza y las tareas de la revolución americana.

Women and the Movement to build a New America, de 1977, es una breve reflexión acerca del papel histórico de las mujeres y del modo en que la lucha por su propia emancipación configuraba ya en esos años el escenario de cambios que se vivían en Estados Unidos. El mismo tema reaparecería en su libro autobiográfico Living for change, que se publicó en 1998. Grace describe aquí su propia vida de mujer que trasgredió las fronteras raciales y de clase en un período de grandes turbulencias marcado por la Guerra Fría, la lucha por los derechos civiles, la aparición del Poder Negro y de la Nación del Islam, los Panteras Negras y los esfuerzos presentes para reconstruir las desmoronadas comunidades urbanas. El libro, que puede leerse como un diario de la sociedad estadounidense a lo largo de casi un siglo, contiene gran cantidad de anécdotas e información acerca de los complejos y contradictorios procesos experimentados por las luchas sociales de nuestro tiempo. Así, por ejemplo, Grace nos cuenta cómo intentó persuadir a Malcolm X para que se presentara como candidato al Senado en 1964, o cómo el Workers Party intentó infructuosamente aproximarse a los comunistas antes del abandono definitivo del trotskysmo.

El último libro de Grace Lee Boggs, aparecido en 2011, es The next american revolution, en el que nos habla de un mundo hasta ahora dominado por Estados Unidos e impulsado por el petróleo barato, el crédito fácil y el consumo, y el cual se desploma ante nuestros ojos. Aquí Grace evalúa la crisis económica, política y medioambiental, y se interroga acerca del cambio radical que necesitamos para hacer frente a estas nuevas realidades. En esta obra, que como el resto de las citadas aquí no ha sido traducida al castellano, la autora pone su pensamiento crítico al servicio de una redefinición del concepto de revolución practicable en este tiempo, para lo que ofrece diversas experiencias tomadas de sus luchas en Detroit, donde “la esperanza y la creatividad están logrando vencer a la desesperación y a la decadencia de la comunidad urbana” por medio del reparto del trabajo y de las formas alternativas del mismo, así como por medio de la acción colectiva y democrática. Ella nos dice que la revolución no sólo es necesaria, sino que además es posible y que en algunos lugares del centro mismo del capitalismo neoliberal está ya en ciernes. Pues el concepto de revolución de 1917, entendido en términos de toma del Estado, ya ha dado suficientes signos de su fracaso.

Más allá de la irrelevancia y la ineficacia de los viejos dogmas ideológicos, Grace Lee Boggs nos ha dejado en sus libros y en su vida una potente y fresca llamada a lo civil para encarar los tiempos difíciles, incluida la guerra global, con sentido de la historia, con un sólido conjunto de valores democráticos y confianza en nuestro propio poder restaurador y creativo.

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