martes, 15 de diciembre de 2015

DISPARATES / 145

LA RANA GUSTAVO, BAJO CENSURA

“No es fácil ser verde”, empezaba un artículo aparecido el pasado miércoles en Los Angeles Times. En estos días las redes sociales y la prensa de Estados Unidos han comentado extensamente el episodio ocurrido en una escuela de Marshfield, Wisconsin, donde una madre, miembro del consejo escolar, quiere prohibir el libro For every child, a better world (Para cada niño, un mundo mejor). El libro, del que es protagonista la rana Gustavo, se publicó allá por 1993, en una coedición de Golden Press y las Naciones Unidas. Sucede que esta vigilancia a la que ahora también es sometida la rana Gustavo coincide con otro episodio acontecido en la ciudad de Venecia, donde han sido retiradas de los programas escolares diversas obras acusadas de “ensalzar la homosexualidad”, y con la prohibición en Francia de la película La vida de Adèle, Palma de Oro en Cannes hace dos años.

El caso del libro infantil For every child, a better world es significativo por haber situado en el centro de la controversia a uno de los personajes hoy universales de la cultura americana, esta rana que fue creada en 1955 por el marionetista Jim Henson, que se dio a conocer mundialmente en los años setenta en el espectáculo televisivo The Muppets y que acabó siendo uno de los héroes de Barrio Sésamo. Ya el pasado septiembre la rana Gustavo fue objeto en Estados Unidos de las críticas de la asociación cristiana One Million Moms, que instó a boicotear la serie de la ABC por su carácter “pervertido”. Dicha asociación extendió entonces su denuncia contra la cerdita Peggy, acusada de feminista y de defensora de la promiscuidad y del aborto.

El libro que ahora ha sido denunciado en Wisconsin contiene textos de Jim Henson e ilustraciones de Bruce McNally, y fue concebido como parte de una campaña de sensibilización de las Naciones Unidas con respecto al hambre en el Tercer Mundo. A través de sus páginas, la rana Gustavo muestra a los jóvenes lectores la situación de los niños que no pueden satisfacer sus necesidades primarias y los esfuerzos de las Naciones Unidas para proporcionar recursos básicos como el acceso a la vivienda, al agua, a los alimentos y a la asistencia médica.

La madre Mary Carney, que es además maestra y presidenta del Tea Party de Wisconsin, ha emprendido desde hace una semana una cruzada a fin de retirar dicho libro de los planes de estudio, tarea en la que está siendo secundada por diversas organizaciones cristianas y conservadoras de Estados Unidos. Según ella, el libro muestra “demasiado gráficamente” el hambre que sufren niños de todo el mundo, por medio de imágenes que fácilmente pueden ser asociadas “con la pobreza y la violencia”, siendo por ello “un libro inapropiado y traumatizante”. Y añadió: “Creo que los niños pequeños deben ver el mundo como realmente es: bello, bueno y lleno de esperanza, y que su inocencia debe permanecer intacta el mayor tiempo posible”. No es la primera vez que la señora Carney, que es miembro del consejo escolar desde abril, solicita de las autoridades académicas la retirada de un libro. Con anterioridad al que aquí comentamos, ya había manifestado su rechazo hacia It’s not my fault (No es mi culpa) de la autora de libros infantiles Nancy Carlson, y Being trustworthy. A book about trustworthiness (Ser honrado. Un libro sobre la honradez), de Mary Small. Además, ha manifestado junto a otros padres su discrepancia con las enseñanzas sociales que se imparten hasta sexto grado, las cuales, según ella, “reducen la autonomía de los profesores” y, al centrarse demasiado en los problemas mundiales, “restan importancia al excepcionalismo americano”.

A la vista de la dimensión mediática que había alcanzado la denuncia de la señora Carney, Kimberly Ziembo, directora de enseñanza del distrito de Marshfield, convocó una reunión urgente que se celebró el pasado miércoles, a cuyo término afirmó que “las imágenes del libro, que en efecto resultan inquietantes, podrían ser utilizadas como herramientas beneficiosas en la educación de los niños”. La maestra de segundo grado Donna Smith dijo a la prensa que “la realidad está en nuestras aulas, y ésta consiste en que cada año tenemos más niños sin hogar, más y más niños mal alimentados y más y más niños que son víctimas de abusos en sus hogares. Si enseñamos esto a los niños no es para asustarlos o dañarlos. Se trata de crear ciudadanos compasivos y generosos”. En dicho encuentro se convino en recomendar el mantenimiento de los tres libros denunciados en el plan de estudios, decisión que en última instancia compete al superintendente del distrito, quien deberá tomarla a finales de enero.

Ha recordado el periodista Michael Schaub, en su artículo del pasado 9 de diciembre en Los Angeles Times, que “según la ONG Feeding America el 14% de los hogares estadounidenses se encontraba en situación de ‘inseguridad alimentaria’ el año pasado. Por otra parte, según la misma organización, está comprobado que los hogares con niños experimentan una tasa de inseguridad alimentaria mucho más alta, la cual oscila entre el 35% en los hogares de madres solteras, el 26% en los hogares de familias negras y el 22% en los de familias hispanas”.

El libro de Jim Henson y Bruce McNally seguirá siendo parte del plan de estudios de preescolar en el distrito de Marshfield, Wisconsin, al menos hasta el mes próximo. Quien ya no está al frente de la serie The Muppets es su productor ejecutivo, Bob Kushell, un veterano de la comedia de enredo que también fue productor de Los Simpson y que en la temporada anterior intentó dar a la serie de ABC (perteneciente al grupo Disney) un nuevo aire, con el formato de un falso documental y con escenas de un talk show nocturno dirigido por la cerdita Peggy. En su lucha “contra la indecencia”, la asociación One Million Moms denunció que esta nueva versión de The Muppets era un espectáculo para adultos, cosa de la que ya había advertido la rana Gustavo en la promoción de la serie. Los nuevos responsables de la producción han asegurado que en la próxima temporada se reducirán “las referencias adultas flagrantes”, si bien la asociación One Million Moms ha declarado ya que es demasiado pronto para decidir si The Muppets será apta para toda la familia, o si por el contrario deberán adoptarse nuevas medidas de presión.

Actualmente One Million Moms está realizando campañas contra decenas de series, libros, historietas y cadenas de televisión de Estados Unidos, cuyos ofensivos contenidos son “una afrenta contra la decencia y la religión”. Entre sus objetivos inmediatos figuran la prohibición de una serie de Cartoon Network en la que aparece un Jesús negro y un anuncio de las sopas Campbell protagonizado por una pareja masculina. En especial la asociación dirige sus actividades contra medios que emplean o que muestran a homosexuales, de lo que dan testimonio sus campañas contra la actriz Ellen DeGeneres y las publicaciones Marvel y DC Comics, acusadas de narrar historias que constituyen un “lavado de cerebro y una experiencia traumática para los niños”, con el fin de inculcar en ellos el pensamiento de que “el estilo de vida gay es normal y deseable”. La asociación coincide con la señora Mary Carney en la necesidad, más allá de las denuncias concretas, de “activar mecanismos institucionales a fin de someter a vigilancia todo producto literario o audiovisual, si es susceptible de influir sobre un público infantil”.

Demandas semejantes a las de One Million Moms son las que han propiciado en Venecia la decisión de su nuevo alcalde, Luigi Brugnaro, de retirar de las escuelas públicas más de mil libros considerados de temática homosexual, entre ellos uno que trata de la adopción de un niño por una pareja de pingüinos varones. “Los padres”, dijo el alcalde, “tienen la libertad de tomar sus propias decisiones, pero en la escuela hay que tener en cuenta que para la mayoría de la gente hay un papá y una mamá”. Otro tanto ha sucedido en Francia con la prohibición de La vida de Adèle, película del director de origen tunecino Abdellatif Kechiche. La película ha sido retirada de las salas de proyección por orden de un tribunal parisino a instancias del colectivo Promouvoir, el cual fue fundado en 1996 por André Bonnet. Para este abogado ultracatólico, films como el ahora prohibido en Francia “tienen como objetivo confeso el de tomar parte en la destrucción de las estructuras sociales y familiares en nombre de un libertarismo sin límite”.

La señora Carney ha declarado que ella no ignora que el libro For every child, a better world alude a hechos reales, ya que, “por desgracia, en este mundo hay gran cantidad de guerras, de conflictos y de pobreza, yo entiendo eso. Pero no creo que sea apropiado enseñárselo a un niño de cinco años de edad”. A propósito de la denuncia de la señora Carney, Taylor Sperry, editor de la revista americana Melville House, afirmó hace unos días que su argumento es “un poco diferente al de otras objeciones que hemos visto a lo largo de este año”, formuladas en su mayoría por padres preocupados por la difusión de historias protagonizadas por estructuras familiares alternativas, o bien por el lenguaje “indecente” empleado en algunas novelas que forman parte de los planes de estudio, como por ejemplo De ratones y hombres, de John Steinbeck, obra que fue publicada en 1937 y que se exigió que fuera suprimida, por inapropiada, de los planes de estudio de la enseñanza secundaria en Idaho y Carolina del Norte la primavera pasada. Hay en la actualidad, según Sperry, quien cita a la Asociación Americana de Bibliotecas, “unos cinco mil títulos sobre los que pesan reclamaciones formales, con el objeto de ser retirados de los planes de estudio y de las bibliotecas de Estados Unidos, todos ellos considerados sospechosos de incluir textos o imágenes sexualmente explícitos, lenguaje ofensivo o material inapropiado para un grupo de edad”. Entre los títulos bajo sospecha se encuentran no pocos que son bien conocidos y que nos hablan de este mundo que habitamos: Persépolis, de Marjane Satrapi; Matar a un ruiseñor, de Harper Lee; y Cometas en el cielo, de Khaled Hosseini.

Por ahora, la rana Gustavo no ha hecho declaraciones.


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